12 December, 2015

Regalos de Navidad



Se acercan las fiestas, puntuales como siempre, y muchos empiezan a pensar en los regalos de Navidad.
Hace poco recibí de parte de un amigo un regalo anticipado, inesperado y, a simple vista, sin forma de regalo.
Me regaló la posibilidad de hacer algo por alguien a quien no conocía.
Un amigo que conozco hace 14 años y, a pesar que nos hemos visto muchas menos veces de las que nos hubiera gustado en los últimos 13 años, el sentimiento sigue intacto, como tantas veces nos sucede con personas que queremos. La distancia, que parecía un océano, se desvanece en un abrazo.
Anticipado, decía, porque llego allá por finales de Octubre, en forma de email. Era su pedido de ayuda. Un pedido personal, decía el título. La esposa de un amigo suyo estaba gravemente enferma y necesitaba un remedio oncológico que en su país no se conseguía pero en Argentina sí (ironías de la vida, cuando siempre creemos que es al revés). Con algunas dificultades y gracias a un farmacéutico que confió en mí, pude conseguirlo.
Luego hubo idas y vueltas; aumentos de precios; demoras con los bancos y algunos feriados que incrementaban la incertidumbre.
El 18 de Noviembre, finalmente la medicina llego a mis manos y hubo vuelo relámpago del padre de la paciente, agradecimientos mutuos y charla apurada café de por medio. Con los nervios y la presión a tope en el aeropuerto teniendo todavía que volver a destino atravesando aduanas hostiles. Afortunadamente, 48hs mas tarde, la paciente recibía la primera dosis y a esperar.
Jueves 3 de Diciembre, 8:00PM, recibo llamada de número desconocido, eran la paciente, su marido y su padre desde la clínica misma donde se estaba haciendo el tratamiento. Se me anudó la garganta, no sabía que esperar.
Tembloroso escucho las noticias. Llamaban para compartir conmigo la gran novedad de que el tratamiento estaba funcionando muy bien y que el médico, apenas minutos antes, había sido muy optimista en cuanto a la evolución futura. Llamaron para agradecer, desde ahí mismo, en plena euforia (entendiblemente contenida en estos casos), donde solo suele haber lugar para los más íntimos. Fui parte de esa emoción en tiempo real a miles de kilómetros.
Ahí pensé que en vez de pedirme un favor, mi amigo, en realidad, me había hecho varios valiosos regalos, sin saberlo y sin forma de regalos.
Me regaló la posibilidad de ayudar; me regaló la alegría de saber que pensó en mi cuando necesitó ayuda; me regaló sentirme útil de una manera inesperada; me regaló tres amigos nuevos que antes no tenía y aún hoy no conozco en persona; me regaló emociones difíciles de explicar y saber que una persona se haya podido curar con ese aporte de mi granito de arena.
Me regaló, sobre todo, muestras increíbles de amistad durante todo el proceso. Esta historia tan simple se merecía este final tan feliz.

2 comments:

Unknown said...

amigo Diego,
es una persona sensible y especial. Para mi, que he vivido personalmente la estoria, con toda la experiencia de vida de mis 65 años de vida, sus palabras hicieron lágrimas em mis ojos. Gracias amigo, por su generosidad, paciencia y por perdonar mis errores en castellano.
Paulo

Diego said...

Por favor, Paulo. Todo lo contrario, a ustedes gracias por dejarme participar de esta historia maravillosa. Senti muchas ganas de escribir esto que senti y poder compartirlos con quien quiera leerlo. Un abrazo, Diego